Rebeliones y sublevaciones de los indígenas contra la dominación española en las áreas periféricas de Costa Rica (1502-1710)
Se ha mencionado que la Conquista espiritual de las nuevas tierras americanas estaba imbricada con los objetivos colonizadores del imperio español. Estos objetivos tenían la característica de ser alcanzados de manera estratégica, por medio de la religión y la cristianización de los infieles, y por la fuerza, si era necesario. En el caso de Costa Rica no fue la excepción y se conocen regiones donde los autóctonos buscaron refugiarse para oponer resistencia a las pretensiones de los colonizadores; estas son las llanuras de Guatuso en el norte y la región de Talamanca en el sur, este último el sitio de mayor concentración de habitantes indígenas y núcleo de resistencia del insistente acoso de los españoles.
Ver: Colón, conquista y perdón.
En lo que respecta a Talamanca, originalmente este nombre lo dieron los españoles a un cacicazgo cuyos límites estaban determinados por el norte con Tariaca, al oeste con Chirripó y al sureste con el río Changuinola, al otro lado del cual se ubicaban los Terbis.
Entre las etnias agrupadas en el Cacicazgo de Talamanca se encuentran los Térrabas, Térrebes o Terbis, los Dorasques o Doraces, los Chánguenas o Chánguinas, los Siguas o Mexicanos, los Bribris o Viceítas, los Aoyaques, los Urinamas, los Moyaguas, los Cabécaras, los Ara, los Cureros y los Hebenos entre otros, no todos ellos claramente identificados (p. 127).
Los intentos de dominación por parte de los españoles fueron asiduos, desarrollándose terribles enfrentamientos en las distintas zonas llamadas periféricas, por lo que los indígenas, tanto de la zona norte como la región Caribe, optaron por refugiarse en esta última ya que la geografía no le permitía un fácil acceso a los colonizadores.
Por supuesto, más allá de la motivación religiosa, los conquistadores, deslumbrados por las riquezas de estas noveles tierras, buscaron el sometimiento total de los indígenas con el fin de apoderarse de todo aquello. Tal empresa no fue fácil debido a la resistencia salvaje de los autóctonos quienes no estaban dispuestos a vejaciones, violaciones y saqueos. Esto se fue repitiendo en múltiples momentos a lo largo de varios años.
Los núcleos de colonización se instalaban en lugares estratégicos para poder controlar la resistencia indígena. Las ciudades de León y Granada de Nicaragua se convirtieron en punto de partida de las campañas de exploración y conquista de nuevos territorios. Al aumentar el número de los españoles en territorios costarricense y nicaragüense se incrementó la presión sobre los indígenas en los distintos asentamientos. Pero los emprendimientos de los conquistadores bajaban de su pedestal idealista cuando pasaban las semanas y aquellos objetivos no eran alcanzados. Los foráneos, acosados por el hambre, saquearon los plantíos de pejibayes, yucas, maíz; varios jefes indígenas fueron sometidos a tortura. Uno de ellos, el cacique Coxele, logró escapar y “sublevó la tierra, porque era señor muy principal”. Los indígenas se adueñaron entonces de la empalizada que había construido Badajoz, incendiándola y reduciendo a cenizas el campamento español (p. 129).
Los pueblos indígenas nunca fueron pasivos ante las avasalladoras actividades conquistadoras españolas. De hecho, diversos pueblos y grupos indígenas se fueron realizar alianzas estratégicas para hacer frente al asedio imperialista. De este modo, no teniendo la tecnología europea como lanzas y fusiles, con las simples herramientas agrícolas y de caza, realizaron ataques mortales contras los inhóspitos conquistadores.
El
revés de los españoles durante estos años fue el resultado de la combinación de
tres factores:
a) Las características ecológicas del territorio, de alta pluviosidad;
b) El escaso apoyo logístico de los expedicionarios al no contar con un cercano
núcleo de donde recibir provisiones o refuerzos;
c) La resistencia tenaz de los indígenas, quienes lograron forjar alianzas
superando sus disensiones internas, enfrentando de manera eficaz a los
invasores (p. 130).
En un segundo momento de la Conquista en nuestro territorio aparece la afamada figura de Juan Vázquez de Coronado en 1562. Sus intentos de conquista, planificados desde el Valle Central, fueron llevados hacia la Región del Pacífico debido a las influencias recibidas por el gran cacique de Aserrí. Una de las acciones que se le reconocen a este conquistador fue la fundación, en el Valle Central, de la ciudad de Cartago, en el territorio conocido como el cacicazgo del Guarco.
Las expediciones conquistadoras de Vázquez de Coronado tenían, como lo habían sido las españolas, intenciones de explorar y saquear los yacimientos auríferos de las zonas indígenas. Pero no se lograba alcanzar plenamente los objetivos trazados debido a la resistencia de los locales, las paupérrimas condiciones de los soldados y las difíciles condiciones del tiempo. La rebelión de los indígenas no fue únicamente en las zonas de la periferia. En la misma ciudad de Cartago se dieron altercados indígenas contra los españoles debido a que estos últimos habían estado saqueando sus cultivos y exigido mano de obra para realizar labores viales en la ciudad.
Sublevaciones, rebeliones y resistencia de diversos modos es parte de la historia no siempre narrada del cristianismo en Costa Rica.
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